Lo que en manos de otro director sería un telefilm infecto de antena 3, con "El Intercambio" se convierte en un apasionante ejercicio de intriga en el que cada cosa tiene su razón de ser y cada personaje funciona en un perfecto engranaje. Clint es único contando historias.
Para colmo los secundarios están fantásticos, no tiene desperdicio ni una sola de las apariciones de Malkovich (normal en él), el capitán de policía hace una labor de cabronazo encomiable, al cínico psiquiatra le llegas a coger auténtica tirria, y no digamos nada del psicópata.
Clint lleva más de una década dando razones para pagar gustosamente una entrada para ver el último regalo que nos ofrece para que salgamos satisfechos al salir de una sala y poder seguir teniendo fé en que el cine es un arte y no un entretenimiento para comer palomitas durante más de dos horas.
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