lunes, 26 de mayo de 2008

Dios solo está en el trigo y en el vino y alcoholiza a los niños celiacos


El caso es que un alumno de mi padre hizo la primera comunión este año pero sin hostia consagrada, sino con vinorro. ¿Por qué? Porque este alumno es celiaco (vamos que no tolera el gluten) y por lo tanto no puede tomarse la consagrada hostia que es de trigo.

"¿y no hay hostias de maiz?" No. Resulta que Dios no puede estar en una hostia de maíz porque así lo decretó por inspiración divina Ratzinger: que los niños celiacos comulguen con vino, nunca con maíz, porque ahí Dios no puede estar, su omnipresencia no llega a tanto, o sea, está en todos lados menos en el maíz (ahora entendemos por qué no intervino en el espinoso y malévolo asunto de los niños del maíz).

Así el pobre niño celiaco empieza sus escarceos con el vino a la temprana edad de 9 años. A partir de ese día, todos los domingos irá a misa para tomar su traguito de vino. El niño celiaco se aficionará y, en cuestión de semanas, comenzará a ir a misa todos los días. Poco después, el niño celiaco, una vez que el cura le diga que no puede comulgar dos veces el mismo día, se tirará a por el calimocho: cogerá su coca-cola sin gluten y, aprovechando que sus padres están viendo los documentales de La2, le echará un chorro del vino que usa su madre para cocinar. No tardará mucho en cogerle a su padre unos cigarros para acompañar los calimochos de la siesta. En unas semanas le sabrá a poco el calimocho, y le robará a su madre unos billetes del monedero para comprar whisky sin gluten y porros. Mas tarde se meterá en el hiperactivo mundo de la cocaína, pero pronto una niña dos años mayor que él, celiaca también, le ofrecerá un chute de jaco y, mientras se inyectan, rememorarán aquel día en que probaron el vino por primera vez.


No hay comentarios: